Dejamos de conversar. Por alguna extraña razón los cuadros son los del mismo lugar donde tomé por primera vez tu mano. No recuerdo como fue que nos despedimos. Quizá terminamos de recitar las palabras o quizá el silencio tenía tatuados nuestros rostros, en esa visceral y torpe lucha contra el tiempo.
La fantasía circular llegando a su fin. No, tú no estás aquí. Ni a dos cuadras, ni a dos continentes, ni a dos vidas enteras. Sin embargo, tu sonrisa es una nube tapando lo gris de mi universo inmaterial, el desastre de saber que al amanecer habrá que levantarse, mirar el cielo, extrañar las estrellas, voltear y no ver tu perfil.
Quizá sí exista un río azul detrás de esta ciudad. Vamos de la mano. Prefiero un barco de papel perdiéndose en sus aguas imaginarias a una fotografía vacía, donde jamás vuelvas a estar tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario