[música y relatos breves... todo lo que sobra y nos hace felices. Bueno, me hace feliz]
domingo, 17 de noviembre de 2019
Respirar, tomados de la mano
martes, 1 de octubre de 2019
El último día
La primera noche juntos, nos despedimos con un beso. Esa última noche, la calle sí se me hizo infinita. Tú viajabas hacia las estrellas, sin mí.
sábado, 28 de septiembre de 2019
Sol de medianoche
Ojalá tuviera tu sonrisa, como sol de medianoche. Que los relojes se detengan, que retrocedan todas las historias. Que el viento diga tus palabras y acaricie mi rostro, que mi sombra se guarezca en la tuya, besando cada milímetro de tu nombre.
Aprendí a resistir el paso del tiempo, a inventar las canciones para cada día que no escucho tu voz, solo no acepto el reflejo en el mar, ni los colores de mi cabello ni el palpitar púrpura de mis ojos, como viejas calles llenas de polvo, de cartas pegadas en las paredes con tu rostro, tus pasos, con el sabor de tus labios.
"Tu sonrisa como sol de medianoche". El paso de las horas, con puntos y comas, con canto rodado cayendo vertical. El lento camino hasta la siguiente puesta de sol.
sábado, 7 de septiembre de 2019
Voz
Me acaricias con tu voz. El tiempo fluye, se detiene, vuelve a avanzar, el gris se apodera de las nubes, las fotografías se enredan con el viento. Me quedé atrapado en un universo sepia, no puedo volar, nadie me observa, solo recitan su andar lento, su ceguera abismal. Soy euforia hasta quedar sin aliento, soy cristal resignado a quebrarse, mis ojos se cansan de caminar en círculos, mi razón se parte en dos como toda mi esperanza.
Pero miro tus manos, tu cabello cayendo por tus hombros, llamando mi atención. Escucho tus palabras, miro fijamente tus ojos. Hay lugares como este que brillan para siempre. Y me acaricias con tu voz.
viernes, 30 de agosto de 2019
Miradas en el tiempo
Abrazar el viento para sentir tu respiración. Cerrar los ojos para recordar tu mirada. Los caminos se hacen interminables, oscuros, como callejones con un millón de salidas, como constelaciones de abismos; me consume el vértigo, el frío, el silencio.
Se baja el ecran, la función esta noche es un vacío de laberintos azules, sin minotauros pero con viajes en el tiempo.
Y ahí estamos nosotros.
Tomo tus manos, beso tus labios. Si el amor tiene el color de tu rostro, quiero vivir en tu sonrisa, para siempre.
Las luces en el cielo
Las ramas delicadas moviéndose leves. Las hojas pequeñas recordándome el insomnio, balanceándose como intentando escapar de su destino. Tu rostro en el cielo púrpura, transparente. Pensamiento recurrente, estúpido. Respiro un poco, la música en mis oídos con sus millones de palabras de las cuales no retengo ni una sola, un hombre de pie a cuatro metros, luego caminando sobre el pasto, niños, ancianos, familias. La noche es más oscura que otras veces, las luces tenues me recuerdan como cerrábamos los ojos antes de rozar nuestros labios. "El tiempo danza en la madrugada", es lo único que entiendo hasta que me quito los audífonos, la madrugada aun está lejos, la respiración se me entrecorta, el frío es desterrado por un viento ligero. Y otra vez me acuerdo de ti. En la noche aleatoria, de puntos amarillos y azules en el cielo, de una vista que desenfoca los rostros, que odia las canciones y todas las miradas oblicuas, tengo un solo deseo pálido, deleznable como las hojas de este árbol.
Escuchar tu voz.
Las ramas delicadas. La luna, oculta tras mis pupilas.
lunes, 26 de agosto de 2019
El silencio de tu voz
Tu silencio atrapado en un reloj de arena. Los minutos transcurren en cada grano. Esfuerzo la vista, logro divisar la primera estrella de la tarde. Tu mirada desciende breve como constelaciones que comienzan a alinearse: sin eclipses, sin solsticios que hagan interminable esta noche. Luego los deseos irreprimibles de quebrar todos los cristales y atravesar la dimensión que nos separa.
[Tocar tu rostro. Hurgar entre tus labios.]
Me encerraré en letanías infinitas, en idas y vueltas, en atardeceres de papel.
Toma mis manos, quiebra tu silencio. Vamos a escribir nuestra propia canción de amor.
[Juntos]
jueves, 22 de agosto de 2019
Madrugada
Dices que el sol vuela sobre nosotros en la madrugada y yo solo atino a ver tus ojos y seguir el movimiento de tus labios. Por un pequeño momento comprendo la historia de las olas y siento que el reloj se detiene para dejar paso a tus palabras. Entonces el camino cruza sus espejos y te veo nuevamente aquí, en el sueño somos dos desconocidos que bajan en el mismo páramo blanco, entrecruzan miradas, se besan fugazmente, luego se refugian en las sombras, visitan casas desconocidas para finalmente coger el mismo rumbo hacia las estrellas. Se miran una última vez, se toman de la mano, prometen no separarse más.
La canción se termina, la noche aún no. Cierro los ojos. Imagino tu nombre. Y sigo observando el movimiento de tus labios.
viernes, 16 de agosto de 2019
Entre mis brazos
La mirada en el techo, repasando sus estrías, sus sombras, su color tosco. La ropa sobre la cama, sábanas revueltas como terminar un paseo por el desierto. La guitarra encerrada en su funda como perdiéndose solitaria en su propio silencio, el insomnio fundiéndose con el oxígeno en una extraña letanía de idas y venidas, como quien escapa y a la vez se encierra entre fotografías e historias serenas, ocultas, entre caminos largos, sin luces ni faroles. Como tocar tu rostro incorpóreo y anotar el brillo de tus pupilas en una canción sin fin, entre acordes mayores y menores, aumentadas y disminuidas, subiendo peldaños interminables, sin vértigo, en una carrera sin pausas contra el viento, para divisar tu cabello y cerrar el círculo de palabras invisibles.
No somos nosotros los de las imágenes encuadradas en la pared, ni los de los pasos con miles de recuerdos a cuestas. Me detengo, miro hacia abajo, las nubes pasean por el piso, mis palabras se pierden en su firmamento pero tu nombre se queda en mis dedos: no soy real, soy la sombra que dejas al pasar, la que anhela tus labios pero que desconoce las calles, el que se pierde entre frases entrecortadas, en una madrugada interminable.
El fugitivo que calla pero que a la vez no puede dejar de mirar tu rostro, hermoso como el mar.
Y, al borrarse mis palabras, las escribo una vez más tratando de detener el tiempo, para tenerte un segundo más conmigo, entre mis brazos.
sábado, 10 de agosto de 2019
El laberinto del viento
Viento, brisa. Mis palabras pertenecen a estas. Pero se quedan impregnadas en el timbre de tu voz, buscando tus labios en un intrincado laberinto de fotogramas y llovizna. Cierro los ojos. Quizá al abrirlos pueda aparecer tu reflejo; cruzaré los dedos, daré vueltas por las luces y las sombras, escribiré los versos que no leerás para llegar a tus pupilas, para encontrar una razón a no poder dejar de mirarte.
El invierno en mis sienes. Y tú, como golondrina a lo largo de todos las notas de mi guitarra.
martes, 6 de agosto de 2019
Magia
Respirar el timbre de tu voz. Viajar por el tiempo, casi tocar tu cabello en un abrir y cerrar de ojos. Acompañar tus manos en la melodía de todas y ninguna de nuestras canciones. Que no termine el día sin acariciar tus palabras, como la primera vez que tu alma se perdió entre mis ojos. No soy el que diseñó esta luna llena. Pero escribiré los versos que dibujen su brillo sobre tu rostro.
Oh rumor de las calles, buscando desesperadamente olvidar el dolor. Me cuesta sacarte de la mente, me cuesta respirar sin la magia de tus labios.
viernes, 26 de julio de 2019
Utopías
El pintor dejó caer su fatiga en el lienzo vacío. Pensó en ella. Sintió las mismas ganas de escribirle, la misma fuerza interior presionando su pecho como el estruendo de una tormenta. Miró por la ventana. La calle es un viaje visceral por el canto del viento, el mismo canto que llega a sus oídos y que hace que recuerde sus ojos, que pronuncie su nombre en silencio. Como si literalmente pudiera alcanzar las estrellas, como si quizá pudiera escucharlo.
Esas ganas de borrar la memoria de sus dedos y que estos dejen de escribir las palabras que ella no leerá, imaginando que puede alcanzar el cielo con su alfombra, olvidando el vértigo y el miedo a caer; divisando el sol escondiéndose tras la luna, divisando las mareas y todas las sombras blancas. Dejó caer su pincel, cerró los ojos.
En el único lugar donde pueden respirar juntos, comenzó a retratarla, silente. Luego, se tomaron de la mano. El arco iris de labios es tan surreal como ser acariciado por su voz. Y en ese lugar, puede mirarla por siempre. Como viajar por el tiempo, con ella.
miércoles, 24 de julio de 2019
Léeme
Vaya, las canciones invisibles paseando por el cielo como una gaviota. Tus ojos hermosos leyendo mis palabras. Yo flotando entre esta amalgama de planetas y sistemas solares, todos contenidos en un parpadeo. Veo tu silencio, tu perfil retratado en las ventanas. Cierro los ojos, imagino tu sonrisa. Tú sigues leyéndome mientras yo pienso en las palabras perfectas, en cómo callar para poder acariciar tu cabello, para besarte una vez más y no saltar al vacío. Para poder vivir en tus pupilas.
Mis versos se enredan en el mismo laberinto, por eso necesito tus manos así no estés aquí en este momento. Léeme. La primavera espera por ver nuestro reflejo en el mar. Y nuestros nombres en la arena, hasta el infinito.
viernes, 19 de julio de 2019
Desierto
martes, 16 de julio de 2019
Girar
El cielo se llena con su mirada, con sus ojos como estrellas fulgurantes. Y él, en silencio, con los párpados cansados. Sin poder dejar de mirarla.
martes, 9 de julio de 2019
Cómo
Esa mirada punzante, de alcohol y de semanas inmensas alrededor de sus pupilas. Cómo poder llegar a su rostro y no saber que decir, cómo cantarle una canción de amor, construir un arco iris en el cénit de sus pensamientos. Cómo delinear sus labios hermosos, cómo mirarla, cómo buscar las palabras que puedan circundar las calles que recorro todas las noches, en las que me sigo sintiendo un extraño.
Las luces de neón. Jugar con los dedos, impregnar mi dolor en la pared. No sé cómo dibujar nuestros rostros, olvidar su mirada, su voz. Apagar el silencio de la ciudad, los tumbos de mi sombra.
No hay manera en que pueda terminar esto. Quizá regresar el tiempo, pensar en un bucle infinito, un abrir y cerrar de ojos, un existir de arena, una canción. Neblina, estruendos.
domingo, 7 de julio de 2019
Julio, medianoche.
Cierra los ojos. Regresa de paseos por el cosmos. Ella se dibuja imaginariamente en el piso. Su cabello se aparta, mostrando poco a poco su rostro. Toma su mano, la abraza. Se miran por una eternidad, luego rozan sus labios en una secuencia de fotografías breves, zigzagueantes. En una de ellas aparece su perfil, mirando la nada. El día se convierte en una batalla de 24 horas por volver a sentirse vivo.
Abre los ojos: las baldosas, la cortina, la sombra de su mirada. El desierto encerrado entre cuatro paredes.
Odia la realidad. Se acuesta, inicia el viaje. En sus nubes, el sol es azul. Y ella, el atardecer inmenso de todas sus palabras.
jueves, 4 de julio de 2019
No puedo dejar de mirarte
mis ojos desfalleciendo, cansados de tantos caminos sinuosos
tantas sombras, tanta arena llenando mis páginas en blanco
mis dedos no dibujan las mismas canciones
queda el rumor del viento, vistiéndose de anagramas.
Observo tu rostro, frente a mí
tu mirada sobre la mesa, tus manos, tu cabello recogido
ya no te percatas que existo, soy invisible
solo existe el ruido deleznable de nuestra respiración
mis palabras atrapadas en el mismo laberinto, el mismo agujero negro.
"Tu mirada sobre la mesa"
tus ojos perdidos en la inmensidad de mi ceguera
tu rostro serio, tus cejas, tus pestañas, tu voz apagada entre el acuarela de calles, luces, cielo gris.
Tus labios hermosos,
como un ángel tatuado en cada rincón de baldosas, de paredes blancas.
Y te miro una vez más,
atrapo tu rostro para recordar cada luna llena, cada sol de invierno
para cerrar los ojos y acercarme a ti en un espiral de eclipses blancos
luego escucho tu voz [se terminan mis palabras, mis madrugadas sin fin]
comienza mi supernova, nuestras sombras se vuelven surreales
tu rostro de niña, de ángel guardián.
Y no, no puedo dejar de mirarte.
martes, 18 de junio de 2019
Próxima felicidad
Me vi cogiendo mi maleta, divisando la primera nube del otoño
«¿dónde vas?», me dijiste
pero solo había una sombra y una pared descolorida
fuiste mi princesa y mi aurora boreal, pensé
aún así, no vi tu rostro ni tenías timbre de voz.
Pasó el bus, por favor a la última estación, le dije al conductor
«tendrás que pagar por adelantado y no te aseguro que llegaremos donde quieres», me dijo
en sus pupilas sentí el lamento de una armónica y el color de un abismo
está bien, le dije, solo quiero un poco de paz.
Años después pude abrir los ojos,
la soledad es una soga alrededor del cuello, apretando y soltando
las tribulaciones, un demonio sujetado por los brazos, atado a una silla
pero en mi asiento solo encuentro el boleto de partida
olvidé anotar mi nombre en cada final de arco iris, en cada llovizna breve.
«Sé que no soportas más», me dijo mi compañero de asiento
pero solo estaba el silencio, el trepidante saco negro colgado del pasamanos.
Finalmente llegamos, la sangre se me congela, la vista tiembla como si hubiera olvidado usarla
«Cuídate mucho, no podremos venir a buscarte», me dijo el conductor.
Quise respirar y solo se me quebraba el aliento
ojalá estuvieras aquí, fue mi último segundo de debilidad
no soporto mirar el horizonte ni el peso de los meses
aquí dibujo mi nombre, luego lo olvido, luego quedo sin recuerdos, sin pensamientos.
El mundo sigue girando. Yo ya no lo siento.
[la última felicidad]
sábado, 15 de junio de 2019
Invisible
La puerta cerrada, miles de papeles en blanco, cuadros sin colores, el oxígeno cayendo leve en la inmensidad de la soledad de tu espacio vacío. Trato de cerrar los ojos y dejar entrar al universo de luces de neón, de viento soplando desde el centro de la tierra, de los mil rostros hundiéndose en sí mismos.
De pronto, tú. Tu sonrisa de ninfa, tu voz, tus manos, tus labios. La civilización pierde sentido, se desvanecen como la primavera. Tengo tu mirada, tu calor.
Luego abro los ojos. Un escritorio vacío, paredes, silencio.
Odio los viernes, los sábados, los domingos. Odio el frío, odio el silencio, odio las calles, la luna llena.
Entonces me engaño a mí mismo y vuelvo a detener el tiempo. Prefiero sentir la misma inmensa canción de amor que te mira fijo a los ojos, que acaricia tu rostro, que roza tu cabello. Que besa tus labios una y otra vez, como quien ha encontrado por fin el paraíso. Prefiero ser invisible y llevarte de la mano, por siempre.
domingo, 9 de junio de 2019
El sonido de tus pasos
Tu rostro en todas partes. Entonces nos perdemos en el tiempo
[volamos tomados de la mano, juntos]
Tu rostro, dibujándose lentamente en mi pared. Y yo, de pie [como centinela]. Cerrando los ojos para recordar el sonido de tus pasos.
domingo, 13 de enero de 2019
Universos
Se dieron la mano. Decidieron no correr, casi no podían respirar. Se sentaron en el césped. Se abrazaron. Se dieron un último beso. Luego, el cielo cayó sobre ellos.
Al abrir los ojos, estaba en un viejo salón, sillas vacías, baldosas sin barrer, humedad. Recordó su voz, su rostro, su cabello negro, lacio, su rostro hermoso. Miró por la ventana. El sol brillaba como hace años no lo hacía. Y ella, por algún lugar, esperando que la encuentre.