jueves, 6 de agosto de 2020

Las canciones: primera parte. Everybody's changing (Keane)

Acostado en una cama de hospital, el paisaje es el mismo cada mañana (o madrugada o noche o tarde): el parante con el envase vacío, los conductos bajando de él, agujas, una fecha anotada, la casaca negra colgada como recuerdo que alguna vez pisé la calle y llegué a este lugar para dejar de morir; la frazada blanca, la incomodidad, el esparadrapo en la mano derecha, una vía insertada en mis venas para que circulen los antibióticos y quién sabe qué medicinas. Los nombres de los pacientes están escritos a mano en hojas de papel, pegados en las paredes, cada cama tiene un número. La mía es la 612. Cuántos días han pasado, demonios. ¿Tres? , es una locura. La mañana del martes moría de a pocos mientras llegaba a la esquina, luego supliqué por ayuda, el resto del día fue un viacrucis con doble cruz en cada hombro, perdido entre las calles, vagando, buscando algún resquicio de oxígeno.

Cogí el celular. ¿Qué hora sería? Según la pantalla las 3:35 am, acá no apagan las luces, pueden ser las cinco de la tarde como las dos de la mañana, eso me pasó el segundo día que se me terminó la batería. No tengo sueño. Coloco los auriculares, abro el reproductor, busco entre las canciones, ninguna me agrada lo suficiente. Aleatorio. No, esta. Cierro los ojos.

Suena el acorde de do, un piano leve, terso, fuerte. Sube, baja la nota, se siente como si usaran nubes imaginarias como peldaños, una a una, blancas, grises. Redoble. Suena la voz.

Me dices que vagas por el mismo lugar pero no entiendo lo que dices, no, de verdad no lo entiendo, eres un interlocutor invisible que se mete en mi mente, la misma que incluso ya se cansa de hasta inventarme más pesadillas. ¿Ves el dolor en mis ojos? Eso es sencillo si piensas que solo anoche la totalidad de mi vida pasaba delante de mis pupilas, ¿todos están cambiando? No lo puedo saber, estoy atrapado en esas nubes que pintas con las notas del piano. Yo también trato mantenerme en el juego, en este maldito juego de existir y no sucumbir, por momentos he olvidado mi propio nombre y es un inmenso laberinto lleno de silencio y voces secas como un pantano, duele cerrar los ojos, duele mantenerlos abiertos, duele pensar que la historia es un minutero que sucumbe sin que nadie lo note y que quizá si me atrevo a delirar me veré a mí mismo en un cajón, con palabras bonitas a mi alrededor, flores, lágrimas, pero sin ninguna función más en el cinematógrafo, no más anotaciones ni líneas cortas ni historias mínimas desperdigadas en el viento, con dolor pero sin poder decir hey hombre, no lo quiero, me rehúso a terminar así. Dices por el auricular que todo está cambiando pero que no sientes lo mismo. Yo tampoco lo siento.

Tu piano me dice, me insiste, que quizá desaparezca, que vengo y voy, que cuesta encajar en este recuadro de dolor y frío, ¿pero qué demonios quieres decir? Estoy acostado viendo mi vida hundirse en esta madrugada, torciéndose, cayendo como un pequeño rompecabezas en un mundo sin gravedad, no puedo, no quiero moverme, no puedo levantarme, no puedo caminar, casi no respiro, todos cambian, todos evolucionan y yo solo aspiro a ver nuevamente la luz del sol tocar mi cabello, de respirar el aire de la calle y sentir que mi cuerpo es real. Estoy cansado de sucumbir cada instante, a sufrir, a suplicar, a estar pegado a una máscara de oxígeno. A ver que siempre es de día a pesar que el crepúsculo se ahoga una y otra vez en un pozo.

«Todos están cambiando», vuelves a decir. Pero no sientes lo mismo. Yo sí quiero sentirlo.
El piano se corta. La cama sigue dura, las luces siguen fuertes, el resto duerme. Los observo. Me quito los auriculares.

Vuelvo a mirarlos, todo alrededor: otra vez el parante, mi mesa, mi cuerpo bajo la frazada.
Me prometo a mí mismo que no moriré en este lugar, no me daré esa concesión, no hoy, no este mes.
«Todos están cambiando». La vida se abre paso como unos pequeños párpados en la mitad de una cueva. Y en esa cueva, con el frío, con las palabras congeladas, ahuyentaré a todos los fantasmas que me salen al frente.

Me vuelvo a poner los auriculares, estiro con suavidad las piernas.

«Todos están cambiando». 

Yo haré lo mismo.






«Everybody's changing», es una tema de la banda inglesa Keane, publicada en 2004, escrita por Tim Rice-Oxley, Tom Chaplin y Richard Hughes. 

Canción número 10.

1 comentario:

Unknown dijo...

Definitivamente Todo y todos estamos cambiando, esperemos que en la mayoria de los casos sea para bien