viernes, 30 de agosto de 2019

Miradas en el tiempo

Abrazar el viento para sentir tu respiración. Cerrar los ojos para recordar tu mirada. Los caminos se hacen interminables, oscuros, como callejones con un millón de salidas, como constelaciones de abismos; me consume el vértigo, el frío, el silencio.
Se baja el ecran, la función esta noche es un vacío de laberintos azules, sin minotauros pero con viajes en el tiempo.
Y ahí estamos nosotros.
Tomo tus manos, beso tus labios. Si el amor tiene el color de tu rostro, quiero vivir en tu sonrisa, para siempre.

Las luces en el cielo

Las ramas delicadas moviéndose leves. Las hojas pequeñas recordándome el insomnio, balanceándose como intentando escapar de su destino. Tu rostro en el cielo púrpura, transparente. Pensamiento recurrente, estúpido. Respiro un poco, la música en mis oídos con sus millones de palabras de las cuales no retengo ni una sola, un hombre de pie a cuatro metros, luego caminando sobre el pasto, niños, ancianos, familias. La noche es más oscura que otras veces, las luces tenues me recuerdan como cerrábamos los ojos antes de rozar nuestros labios. "El tiempo danza en la madrugada", es lo único que entiendo hasta que me quito los audífonos, la madrugada aun está lejos, la respiración se me entrecorta, el frío es desterrado por un viento ligero. Y otra vez me acuerdo de ti. En la noche aleatoria, de puntos amarillos y azules en el cielo, de una vista que desenfoca los rostros, que odia las canciones y todas las miradas oblicuas, tengo un solo deseo pálido, deleznable como las hojas de este árbol.

Escuchar tu voz.

Las ramas delicadas. La luna, oculta tras mis pupilas. 

lunes, 26 de agosto de 2019

El silencio de tu voz

Tu silencio atrapado en un reloj de arena. Los minutos transcurren en cada grano. Esfuerzo la vista, logro divisar la primera estrella de la tarde. Tu mirada desciende breve como constelaciones que comienzan a alinearse: sin eclipses, sin solsticios que hagan interminable esta noche. Luego los deseos irreprimibles de quebrar todos los cristales y atravesar la dimensión que nos separa.
[Tocar tu rostro. Hurgar entre tus labios.]
Me encerraré en letanías infinitas, en idas y vueltas, en atardeceres de papel.
Toma mis manos, quiebra tu silencio. Vamos a escribir nuestra propia canción de amor.
[Juntos]

jueves, 22 de agosto de 2019

Madrugada

Dices que el sol vuela sobre nosotros en la madrugada y yo solo atino a ver tus ojos y seguir el movimiento de tus labios. Por un pequeño momento comprendo la historia de las olas y siento que el reloj se detiene para dejar paso a tus palabras. Entonces el camino cruza sus espejos y te veo nuevamente aquí, en el sueño somos dos desconocidos que bajan en el mismo páramo blanco, entrecruzan miradas, se besan fugazmente, luego se refugian en las sombras, visitan casas desconocidas para finalmente coger el mismo rumbo hacia las estrellas. Se miran una última vez, se toman de la mano, prometen no separarse más.
La canción se termina, la noche aún no. Cierro los ojos. Imagino tu nombre. Y sigo observando el movimiento de tus labios.

viernes, 16 de agosto de 2019

Entre mis brazos

La mirada en el techo, repasando sus estrías, sus sombras, su color tosco. La ropa sobre la cama, sábanas revueltas como terminar un paseo por el desierto. La guitarra encerrada en su funda como perdiéndose solitaria en su propio silencio, el insomnio fundiéndose con el oxígeno en una extraña letanía de idas y venidas, como quien escapa y a la vez se encierra entre fotografías e historias serenas, ocultas, entre caminos largos, sin luces ni faroles. Como tocar tu rostro incorpóreo y anotar el brillo de tus pupilas en una canción sin fin, entre acordes mayores y menores, aumentadas y disminuidas, subiendo peldaños interminables, sin vértigo, en una carrera sin pausas contra el viento, para divisar tu cabello y cerrar el círculo de palabras invisibles.
No somos nosotros los de las imágenes encuadradas en la pared, ni los de los pasos con miles de recuerdos a cuestas. Me detengo, miro hacia abajo, las nubes pasean por el piso, mis palabras se pierden en su firmamento pero tu nombre se queda en mis dedos: no soy real, soy la sombra que dejas al pasar, la que anhela tus labios pero que desconoce las calles, el que se pierde entre frases entrecortadas, en una madrugada interminable.
El fugitivo que calla pero que a la vez no puede dejar de mirar tu rostro, hermoso como el mar. 
Y, al borrarse mis palabras, las escribo una vez más tratando de detener el tiempo, para tenerte un segundo más conmigo, entre mis brazos. 

sábado, 10 de agosto de 2019

El laberinto del viento

Mirarte a contraluz, de perfil a las nubes. El canto del viento casi toca tu cabello, cómo quisiera que fuera mi voz la que roce tu rostro de principio a fin, como aspas de molino siguiendo el rumbo de la brisa.
Viento, brisa. Mis palabras pertenecen a estas. Pero se quedan impregnadas en el timbre de tu voz, buscando tus labios en un intrincado laberinto de fotogramas y llovizna. Cierro los ojos. Quizá al abrirlos pueda aparecer tu reflejo; cruzaré los dedos, daré vueltas por las luces y las sombras, escribiré los versos que no leerás para llegar a tus pupilas, para encontrar una razón a no poder dejar de mirarte.
El invierno en mis sienes. Y tú, como golondrina a lo largo de todos las notas de mi guitarra.

martes, 6 de agosto de 2019

Magia

Respirar el timbre de tu voz. Viajar por el tiempo, casi tocar tu cabello en un abrir y cerrar de ojos. Acompañar tus manos en la melodía de todas y ninguna de nuestras canciones. Que no termine el día sin acariciar tus palabras, como la primera vez que tu alma se perdió entre mis ojos. No soy el que diseñó esta luna llena. Pero escribiré los versos que dibujen su brillo sobre tu rostro.
Oh rumor de las calles, buscando desesperadamente olvidar el dolor. Me cuesta sacarte de la mente, me cuesta respirar sin la magia de tus labios.