domingo, 20 de septiembre de 2020

Las canciones: Parte Cinco. Black Hole Sun (Soundgarden)

Llegamos a la cima. Me sequé el sudor. Lo vi de pie mirando el horizonte. No llevamos provisiones, solo nuestras guitarras. El sol alumbra, nos muestra sus rostros, nos regala la vista del mundo, sus sombras, su amanecer endeble. Hasta ahí hemos huido solo para escuchar nuestras voces y el susurro del silencio, como si se burlara de nuestros miedos. Vencemos el vértigo y la acrofobia. El vacío es como un conjunto de páginas sin titulares, llenas de palabras sin sentido, como un deseo psicodélico por cerrar los ojos y simplemente sumergirnos en el abrazo del viento, como si caer fuera el inicio del final del sufrimiento. Como un horizonte de sucesos girando para atrapar nuestros recuerdos. Miro mis pies para mantenerme por encima del mundo. Él se calza la guitarra, me da la espalda. Luego voltea, es la señal. El intro, la posición de sol suspendida. Comenzamos a cantar.


Ellos toman sus manos, el día comienza con una promesa de no volver a separarse. Acaricia su cabello, lo mira como si fuera la primera vez que examina su rostro. Los árboles los protegen del paso del tiempo, rozan sus manos, miran su reflejo en las pupilas del otro, las páginas de sus libros se desprenden para dejar las fotografías de sus sueños. Han escapado de sus casas, de su mundo, de su historia, de sus viejos pasos celestes para perderse en la inmensidad del flujo intermitente de los rayos del sol. Olvidan sus voces, los enternece el tener que observar sus sombras, fusionadas como una canción con más de un sentido, con más de un cuadro llenando el vano de sus puertas, ahora vacías para siempre. Vuelve a observarlo, sonríe. Lo ve alejarse, apoyarse en los árboles. Parece que intenta auscultar el bosque entero, su voz se vuelve impenetrable. Ella no deja de mirarlo. Afuera nadie los extrañará, son fugitivos de sus palabras. Esta mañana solo desean mirarse. Nadie más se parece a ellos.


No pudiste dormir bien, me escribiste muchas veces hasta que perdí el sentido. "La vida no es lo que esperas, tienes que saber cuando abrir los ojos y cuando dejarlos cerrados, mirar hacia otro lado cuando busques el brillo del sol. El tiempo de los hombres buenos ha terminado". No me saludaste esa mañana, subiste en silencio al avión para nuestra práctica. Había una breve brisa golpeando nuestros rostros. Nos sentamos uno frente al otro. "Nuestro viaje hacia el firmamento se verá terminado cuando nos enfrentemos al agujero negro, nos succionará, nos atrapará, nos llevará al pasado, al futuro, no tendrás las suficientes lágrimas para ver como una y otra vez te equivocas. Ahí debes saber cuando parpadear. Ahí aprenderás como ser un valiente". Nos dieron la orden para saltar. No me miraste, te adelantaste, saltaste antes que yo. El mundo es tan pequeño desde aquí. Cierro un poco los ojos. Y cantamos sin cesar.


No nos detenemos, rasgueamos acordes menores, mayores, en quinta, disonantes, perdemos el compás, lo retomamos, gritamos, no tenemos miedo. Toco la últimas notas, como si delante mío no estuviera el vacío sino una multitud, millones de personas volando por el espacio.

Ella intenta acercarse pero él la evade. Comienza a caminar sin detenerse, ella no puede pronunciar su nombre, no puede alcanzarlo. Ella se desespera, observa el sol, las nubes. Él desaparece.

Despliego el paracaídas, me aferro, siento la fuerza el viento, no hay pausa, todo acelera, el horizonte se vuelve inmenso, interminable. No te veo. Intento buscarte entre las nubes. "Toca la fuerza del viento y vuélvete uno con el sol. Así te harás indestructible. Inmortal".  


Acorde de sol en quinta y termina la canción. Abro los ojos. Estoy solo. Él jamás estuvo aquí, jamás cantamos juntos. Jamás se despidió. Voló hacia su primera mansión.

Los árboles atrapan sus pensamientos, su historia. No lo vio alejarse ni extraviarse en el bosque. Solo la acompaña el rumor del viento. Él partió para siempre. Y ella recuerda su dolor.

Llegué a tierra, recogí el paracaídas. Observé tu mundo, el mundo del cual me hablabas. Hasta que decidiste irte. Solo me dejaste tus palabras: "el viento y yo somos uno, tú debes construir tu propio castillo en las nubes. Y nunca dejes de volar".


Él desapareció en medio de su propia canción.

Sin despedirse, sin tocar mis manos por una última vez.

Volando hacia el final del mundo. Detrás del sol de agujero negro. "Detrás del sol de agujero negro".

 



"Black hole sun" es una canción compuesta por Chris Cornell, publicado como sencillo el 13 de mayo de 1994.

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