martes, 18 de junio de 2019

Próxima felicidad

Me vi cogiendo mi maleta, divisando la primera nube del otoño
«¿dónde vas?», me dijiste
pero solo había una sombra y una pared descolorida
fuiste mi princesa y mi aurora boreal, pensé
aún así, no vi tu rostro ni tenías timbre de voz.

Pasó el bus, por favor a la última estación, le dije al conductor
«tendrás que pagar por adelantado y no te aseguro que llegaremos donde quieres», me dijo
en sus pupilas sentí el lamento de una armónica y el color de un abismo
está bien, le dije, solo quiero un poco de paz.

Años después pude abrir los ojos,
la soledad es una soga alrededor del cuello, apretando y soltando
las tribulaciones, un demonio sujetado por los brazos, atado a una silla
pero en mi asiento solo encuentro el boleto de partida
olvidé anotar mi nombre en cada final de arco iris, en cada llovizna breve.

«Sé que no soportas más», me dijo mi compañero de asiento
pero solo estaba el silencio, el trepidante saco negro colgado del pasamanos.
Finalmente llegamos, la sangre se me congela, la vista tiembla como si hubiera olvidado usarla
«Cuídate mucho, no podremos venir a buscarte», me dijo el conductor.

Quise respirar y solo se me quebraba el aliento
ojalá estuvieras aquí, fue mi último segundo de debilidad
no soporto mirar el horizonte ni el peso de los meses
aquí dibujo mi nombre, luego lo olvido, luego quedo sin recuerdos, sin pensamientos.

El mundo sigue girando. Yo ya no lo siento.
[la última felicidad]

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