domingo, 7 de julio de 2019

Julio, medianoche.

Cierra los ojos. Regresa de paseos por el cosmos. Ella se dibuja imaginariamente en el piso. Su cabello se aparta, mostrando poco a poco su rostro. Toma su mano, la abraza. Se miran por una eternidad, luego rozan sus labios en una secuencia de fotografías breves, zigzagueantes. En una de ellas aparece su perfil, mirando la nada. El día se convierte en una batalla de 24 horas por volver a sentirse vivo.
Abre los ojos: las baldosas, la cortina, la sombra de su mirada. El desierto encerrado entre cuatro paredes.
Odia la realidad. Se acuesta, inicia el viaje. En sus nubes, el sol es azul. Y ella, el atardecer inmenso de todas sus palabras.

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